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SAL DE TU ZONA DE CONFORT: Poniendo la diversión en tu calendario

Estoy contenta con mi rutina, el calendario que hago. El horario semanal está puesto en el refrigerador, con los menús planeados para cada día de la semana. Con actividades para mí, cada uno de nuestros hijos y mi esposo, me reconforta tener un plan semanal. Pero, a veces las cosas no suceden como lo planeamos.

Recientemente, un almuerzo con una amiga llegó mi calendario, pero no al de ella. Cuando le dije a la anfitriona del restaurante que me iba a ir porque me dejaron plantada, ella miro alrededor del vestíbulo, buscando a alguien. "Debería almorzar con esta señora" exclamó. "Su amiga también la dejó plantada". Estaba confundida. ¿Yo?¿Almorzar con una desconocida?

Mi prueba de Myers-Briggs me dio una "I" de introvertida, tiendo a quedarme con un grupo pequeño de amigos cercanos. Las conversaciones triviales a menudo me parecen incómodas, incluso insoportables. La idea de platicar por una hora con alguien que no conozco no me parecía nada interesante.

La anfitriona fue insistente. Cuando no encontró a esta persona, me llevo a la puerta, la abrió y señaló a una señora mayor que estaba caminando hacia su auto. "¡Es su cumpleaños!" me suplicó la anfitriona. "¡Almuerza con ella! ¡Yo pago!"

Dudé por un momento. Además de ser introvertida, no hago cosas sólo por diversión. Sin importar quién pague. Esta versión del almuerzo no estaba en mi calendario. "¡Ve! ¡Invítala!" me dijo la anfitriona, mientras la mujer se acercaba a su auto. Respire profundo y caminé por el estacionamiento.

Peggy


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La mujer traía zapatos cómodos y usaba un bastón de aluminio para estabilizar sus pasos. Sus escasos rizos grises se asomaban por debajo de un sombrero rosa de ala ancha. Estaba buscando las llaves de su auto cuando hablé. "Disculpe" me aventuré. "Mi acompañante tampoco vino. ¿Quiere almorzar conmigo?"

Por supuesto, claro que aceptó. "Soy Peggy y cumplo 72 años hoy". Después de ella, me presenté yo. 

"Soy Judy y tengo 60 años". Aunque no era mi cumpleaños, era un año importante para mí. Hace poco me jubilé y cumplir 60 años me dio una pausa. Mis dos hermanos fallecieron a sus cincuenta años; estaba en territorio desconocido. Tenía grandes sueños de asegurar que los años que me quedan sean significativos, importantes; que viva mi mejor vida. 

Mientras nos sentábamos para almorzar, la hermana de Peggy le llamó, su acompañante original. Ella le aseguró "Estoy bien. Alguien más está conmigo. Almorzaré con una agradable señorita. Además, no hay espacio para ti en nuestra mesa". Y eso fue todo. Éramos una pareja. A pesar de mi preocupación por mis habilidades para conversar, me convertí en la agradable señorita que celebraría el cumpleaños de Peggy con ella.

Durante los siguientes 90 minutos, hablamos de todo, desde cáncer de mama hasta recetas de pasteles. Peggy tuvo una larga carrera en el centro de guerra naval, donde empezó a trabajar como bibliotecaria (algo que yo también había considerado en mi juventud); su sobrina trabajaba en servicios profesionales de una universidad privada (uno de mis primeros trabajos); ya se había adaptado a la vida jubilada (tenía seis años de experiencia).

Mientras ella hablaba, me pregunté cómo sería yo en 12 años. ¿Estaría viviendo mi mejor vida como ella? Sin un trabajo consumiendo mi tiempo y energía, mi futuro era una hoja en blanco. El calendario estaba vacío. Me di cuenta que miraba a Peggy como una guía: ¿cómo vivía su vida como jubilada y se mantenía activa mental y socialmente?

Teníamos mucho en común. Ambas elegimos este restaurante por practicidad; está equidistante de nosotros y nuestras acompañantes. Ambas teníamos curiosidad intelectual; me desarrollo muy bien leyendo literatura de no ficción (me he unido a clubes de lectura para forzarme a leer por placer); Peggy es parte de varios cursos en el Instituto de Aprendizaje Continuo de una universidad local.

Cuando le pregunté sobre su familia, Peggy contestó "Nunca me casé, ni tuve hijos, ni perforaciones, ni tatuajes, ni una mascota". Se veía feliz; un poco seria. Nuestra conversación no fue incómoda, aunque ninguna de las dos éramos muy platicadoras. Éramos reservadas, pero mantuvimos una buena charla.

Ir a un concierto


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Me vi reflejada en ella.

Hasta que ella dijo "Iré a un concierto de los Eagles el siguiente mes. ¡Estoy muy emocionada! Me dieron un asiento especial por mi discapacidad". Tuve cuidado de no mostrarlo (o eso espero), pero todo lo que podía pensar era: ¿Qué? ¿Un concierto? ¿TÚ? 

Porque, francamente, la catalogué como anticuada. No escandalosa. No pensé que le gustara la música alta y las luces radiantes. No había nada ruidoso ni radiante en ella.

Había encontrado consuelo en eso. Éramos similares, unas ancianitas andando por la vida, viviendo vidas tranquilas pero satisfactorias. Que ella fuera a un concierto fue como saber que mi abuela iría a ver a Bruce Springsteen en Broadway, tal vez incluso que intentará tomar el micrófono en algún momento. Mientras yo me quedaba en casa viendo Bridgerton en Netflix.

La complejidad de la mujer enfrente a mí me dio una pausa. Peggy era una mujer responsable y prudente que hacía tiempo y espacio en su vida para divertirse. Me dijo que ha ido a muchos espectáculos en vivo, teatrales y musicales y que estaba ansiosa por ver a los Eagles porque "¿Quién sabe si volverán a hacer un tour?" 

Salir de mi zona de confort


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Me hizo preguntarme, ¿cómo sería si dejará de convencerme de no hacer cosas? ¿Si no recitara automáticamente todos los motivos para no almorzar con un desconocido o gastar dinero en conciertos? ¿Si (dios no lo quiera) no manejara mi calendario tan estrictamente y me diera tiempo para divertirme y para la serendipia?

Sigo considerando cómo hacer cosas espontáneas, o intencionalmente planear experiencias divertidas, puede traernos grandes sorpresas.

Tal vez viviría mi mejor vida. 

Cuando terminamos nuestro almuerzo, Peggy insistió en dejar la propina, después de que el mesero insistiera que nuestra comida ya fue pagada por la anfitriona. Nos despedimos y nos dimos las gracias, pero sabíamos que no había necesidad de intercambiar información. Ya teníamos lo que necesitábamos la una de la otra: Peggy tuvo un almuerzo de cumpleaños; yo tuve una perspectiva más amplia.

Sigo considerando cómo hacer cosas espontáneas, o intencionalmente planear experiencias divertidas, puede traernos grandes sorpresas. ¿Dónde podría hacer algunas pausas en mi rutina? ¿Hacer algo fuera de lo ordinario? ¿O incluso ir a un espectáculo en vivo?

Esta en una caminata (planeada) con una amiga y nos invitó a ir esa noche con su familia a ver una exposición de arte en un centro de arte escénico local. "¿Qué?" pensó inicialmente mi programación arraigada. "Parece de último minuto, ¡sin planificación!"

Dije que sí. No hubo conciertos esa noche en Wolf Trap, pero tuve una encantadora caminata por el lugar, disfrutando una actividad que no estaba en el calendario.

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imagen 1 Sabine van Erp de Pixabay 2 imágenes de mohaaded Hassan de Pixabay 3 imágenes de Pexels de Pixabay 

  1. I enjoyed your 100 Word essay in the NYT and looked for you online. Pleased to read your brief bio and engagement with life. As I suspected, the writing of your longer essay holds up as the short one had suggested.
    Best wishes!

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