Cada uno de nosotros tiene unos fantasmas, esas cosas que nos resulta complicado afrontar y asumir. Con el tiempo, estos fantasmas van quedándose a vivir con nosotros hasta que encaramos, asumimos y tratamos esos asuntos que nos resultan complicados.
¿De qué tipo de cosas hablamos? ¿Cuántos de nosotros nos hemos visto feos o gordos, nos hemos sentido tontos o hemos tenido complejos por llevar brackets o gafas? ¿Cuántos hemos tenido complejo por tener problemas al leer, al entender las mates o por tener poca capacidad física? ¿Cuántos sentimos que no somos suficiente o que somos el motivo del malestar o el sufrimiento de otros?
Todo lo que provoca esta lista de cosas empieza cuando nacemos. Dependen de si tenemos un vínculo positivo con nuestras madres, de hasta qué punto se ven cubiertas nuestras necesidades y de cómo de seguros estamos sobre nosotros mismos y sobre los que nos rodean.
Nuestro crítico interior
Desde el principio, desde que somos niños, intentamos comprender nuestros vínculos con los demás y nuestras experiencias. Creamos historias que determinan quiénes somos en relación con nosotros mismos.
Dependiendo de en qué punto de nuestra vida estamos utilizamos la habilidad cognitiva para comprender, el nivel de desarrollo del habla para explicar y el desarrollo emocional para entender los sucesos en relación con aquellos con los que interactuamos.
Estos pensamientos se convierten en nuestra «voz interior» que, con el tiempo, se convierte en nuestro «crítico interior». Este «crítico interior» es una voz constante que critica lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos. ¿Qué dice tu crítico interior sobre ti? Casi todo el mundo tiene sensación de no ser suficiente.
¿Quién en su sano juicio querría enfrentarse a esta retahíla de negatividad? Lo lógico es alejarse de estos mensajes y sentimientos. Pero eso a lo que queremos evitar enfrentarnos se mantiene activo en nosotros. Aquello a lo que nos resistimos persiste. Esta fragmentación provoca sufrimiento y dolor.
Una mansión con muchas habitaciones
Rick Hanson, doctor, en su último libro, Neurodharma: New Science, Ancient Wisdom, and Seven Practices of the Highest Happiness, habla de esos aspectos que conforman los fantasmas de nuestro mundo interior de emociones. Hanson escribe:
Es como si la mente fuera una mansión con muchas habitaciones y varias de ellas estuvieran cerradas con llave por miedo a lo que hay dentro. Por muy comprensible que sea, trae problemas. Nos anestesiamos para mantener esas puertas cerradas a cal y canto. Pero cuanto más las reforcemos, menos vitalidad y ganas. Cuantas más partes dejemos fuera, menos nos conoceremos. Cuanto más nos escondamos, más miedo tendremos de ser descubiertos.
Otra manera de ver a estos «fantasmas» es como una corriente de energía negativa que, si la ignoramos, evoluciona en una fuerza interna independiente, con personalidad propia, que se expresa independientemente de que no queramos que lo haga.
Un ejemplo de cómo sucede esto lo ofrece Hermann Hesse en su novela Demian: «Cuando odiamos a un hombre, odiamos en su imagen algo que llevamos en nosotros mismos. Lo que no está también en nosotros mismos, nos deja indiferentes».
Esto, que está en la sombra de nuestras voluntades subconscientes, se muestra de maneras que normalmente no nos esperamos. La única solución a esta dinámica es aceptar lo que vive en nuestro interior, aunque duela.
Una imagen incompleta de la verdad
Se puede empezar este proceso de reconocimiento aceptando que nuestras conclusiones sobre lo que dicen los demás de nosotros o lo que pensamos de nosotros mismos suelen representar una imagen incompleta de la verdad.
Una niña de cinco años, por ejemplo, cuyos padres están siempre discutiendo y deciden divorciarse, cree que todo esto ha pasado por su culpa. La conclusión que saca es que ella es la causa de los enfados de su mamá y su papá, y que han decidido romper el matrimonio porque ella es una niña mala.
Hacemos lo que podemos con lo que tenemos a mano. Siendo pequeños no podemos esperar comprender el por qué y el cómo del comportamiento de los adultos.
Las historias que nos creamos suelen venir de una lectura errónea de lo que pasa a nuestro alrededor. El padre de esa niña estaba engañando a su mujer, y eso es por lo que discutían sus padres y lo que provocó el divorcio.
A menudo nos creemos cosas sobre lo que sucede en nuestras vidas que no son verdad. Lo que creemos que es el motivo de que nos sintamos así viene de mentiras y falsedades que nos decimos nosotros mismos. Hacemos lo que podemos con la información que tenemos. Siendo pequeños no podemos esperar comprender el por qué y el cómo del comportamiento de los adultos. Nuestros padres también hacen lo que pueden con lo que tienen.
Tenemos que informarnos sobre lo que nos rodea y ver la falsedad de lo que pensamos porque es lo que causa lo que sentimos. Respecto a los sentimientos de vernos feos, sentirnos tontos o insuficientes, son nuestros pensamientos los que nos generan estas conclusiones y sentimientos.
Llevar brackets no implica que seamos feos. Que nos resulte difícil leer no significa que seamos tontos. Ser introvertido y no ser el popular y el extrovertido del grupo no significa que algo falle en nosotros o que no seamos suficiente.
Fortalecer los éxitos
Me costó aprenderme las tablas de multiplicar en el colegio. Mi padre me preguntaba una y otra vez y siempre me costaba acordarme de algunas multiplicaciones de las tablas. Mis respuestas inconsistentes frustraban a mi padre y me frustraban a mí. Esta dificultad me hizo sentirme mal conmigo mismo.
Lo que no sabía entonces que me orientaba con la intuición. En lugar de ver el mundo con la perspectiva de «las piedras son duras y el agua moja», lo que habría hecho que me aprendiera las tablas de multiplicar con más facilidad, necesitaba saber por qué las cosas son como son, las diferentes posibilidades de las cosas. No razonaba como otros niños del colegio, tenía dificultad para aprenderme las cosas de memoria.
Apenas unos par de cursos después se me daban genial las multiplicaciones, las divisiones y las fracciones. Era el mejor de mi clase. Mis avances y logros me hicieron sentirme mejor, me ayudaron a dejar de sentir que era tonto. Y el señor Morales, mi profesor de ambos cursos, me apoyó en mis esfuerzos y logros. Su apoyo me ayudó mucho a superar mis dudas respecto a mis habilidades y agradezco profundamente que lo hiciera.
Ayuda tener a tu lado una persona que te apoye y te valore en todo este proceso de descubrir y sanar. Tener un apoyo como tuve yo con el señor Morales es importante para descubrir lo que hace que metamos nuestros sentimientos y pensamientos en habitaciones y las cerremos con llave porque nos da miedo lo que encierran.
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