Para alguien que ensalza las virtudes de la meditación cada vez que tengo la oportunidad, es interesante lo difícil que es para mí convertirla en una práctica diaria. No estoy orgullosa de ello, pero es verdad. Parece que sólo soy capaz de hacerlo durante unas pocas semanas o meses a la vez. Es increíblemente frustrante.
Últimamente, me he estado preguntando si esta lucha corre paralelamente a mi tendencia de tener bloqueos del escritor. A menudo creo que no tengo bloqueo de escritor porque no me siento frente mi computadora portátil agonizando por cada palabra, escribiendo y reescribiendo ad náuseam. Sin embargo, paso días, a veces incluso semanas, a la vez, sin escribir en absoluto. Estoy bastante segura de que eso también cuenta como un bloqueo de escritor.
Por desalentador que parezca, sé que necesito encontrar una manera de volver a escribir y meditar diariamente. Mi corazón está lleno de cosas que necesito expresar y mi alma necesita la guía de mi Ser Superior. Entonces, ¿qué hago cuando mi corazón y mi alma permanecen obstinadamente cerrados?
Tengo una nueva estrategia para volver a encarrilarme creativa y espiritualmente y tiene tres componentes principales: Necesito empezar con cosas pequeñas, darme opciones y mostrarme más amor y compasión.
Empezar con cosas pequeñas
A veces tienes que derrumbar una pared un ladrillo a la vez. Meditar durante dos minutos es mucho más fácil que meditar durante 20 minutos. Escribir durante dos minutos es mucho más fácil que escribir un artículo completo.
Por supuesto, cuanto más tiempo pases meditando y escribiendo, mejor. Es importante recordar, sin embargo, que dos minutos de meditación es mejor que nada y trabajar en un artículo sin terminarlo es mejor que nunca comenzar.
He notado que incluso cuando medito solo un par de minutos, me siento menos bloqueada: mental, emocional, energética y creativamente. Lo contrario también parece ser cierto: Si logro escribir un poco, el lanzamiento creativo despeja algo del desorden de mi mente y ese espacio recién creado hace que sea más fácil sentarme en silencio con los ojos cerrados.
Veinte minutos de meditación son increíblemente poderosos, pero dos minutos son suficientes. Es suficiente para comenzar a encontrar mi camino de regreso al flujo creativo y espiritual.
Darme opciones
A medida que envejezco, estoy aprendiendo que tengo problemas con los horarios y las rutinas en general. Creo que esta es la razón por la que he estado condenada al fracaso cuando me he dicho a mí misma que tengo que meditar durante 20 minutos cada mañana y que tengo que escribir durante unas horas antes de dormirme.
Con suerte, algún día podré meditar durante 20 minutos al día, idealmente, dos veces al día y pasar la mayor parte del día escribiendo. Sin embargo, aún no estoy allí, así que lo más amable que puedo hacer por mí misma es reconocer y aceptar eso.
Estoy tratando de ser más flexible conmigo misma. Es agradable tener un horario, pero la realidad es que no necesito escribir o meditar a la misma hora todos los días. Tampoco necesito hacerlo por la misma cantidad de tiempo, lo cual es bueno porque mi energía varía mucho de un día para otro.
En lugar de un horario diario, he decidido darme opciones, para elegir dependiendo de cómo me siento. Mantenerme en el mismo nivel, independientemente del estado en el que me encuentre, nunca va a funcionar. Tengo que empezar donde estoy y trabajar con lo que tengo.
Para la meditación, las dos opciones que me estoy dando son dos minutos o 20 minutos. Ya no me voy a reprochar si no puedo hacer esto último en un día determinado. Cuando y donde medito depende de mí. He notado que meditar durante dos minutos en cuanto llego a casa o justo antes de comer parece funcionar bien para mí. Nunca deja de sorprenderme: la diferencia que puede hacer una pausa de dos minutos después de correr a casa o entre hacer la comida y comerla.
Para escribir, me estoy dando cuatro opciones: escribir en mi diario; trabajar en un artículo para el blog; escribir notas antes, durante o después de meditar; o alguna combinación de las tres. El mínimo diario que me he fijado es simplemente abrir un documento de Word o mi diario y escribir algo. Consideraré hacer eso un éxito.
Independientemente de cuánto escriba o cuánto tiempo medite, hacer un poco cada día parece ser la estrategia más efectiva para evitar bloquearme. Después de todo, es mucho más fácil permanecer en el flujo que caer fuera de él y tratar de volver a entrar.
Mostrarme más amor y compasión
Reprocharme a mí misma por no hacer lo suficiente no me ayuda a volver al flujo. Al contrario. Con amor y compasión, necesito forzarme suavemente a escribir y meditar un poco cada día, incluso durante unos minutos e incluso cuando no tengo ganas de hacerlo, especialmente cuando no tengo ganas de hacerlo. El truco parece ser encontrar un equilibrio entre ser flexible y practicar la autodisciplina. Es más fácil decirlo que hacerlo. Si fuera fácil, no estaría escribiendo este artículo.
Es nadar contra la corriente, pero vale la pena nadar para llegar a mi destino. En última instancia, como mujer bruja y escritora, mi objetivo principal en la vida es permanecer en el flujo tanto como sea posible. Desarrollar amor y compasión por mí misma me ayudará a evitar las cosas que obstruyen el flujo al darme permiso para hacer que mis expectativas de mí misma sean lo suficientemente pequeñas como para darme una oportunidad de luchar para cumplirlas.
Creo que si empiezo con unos minutos a la vez y dejo de sentirme culpable por los días que no soy capaz de hacer más, me encontraré en el flujo de la creatividad y la conexión espiritual mucho más a menudo. El objetivo ante mí es simplemente entrar a un estado de flujo todos los días, con tanto amor y compasión como pueda ofrecerme, un minuto y una palabra a la vez.
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