Una pandemia mundial que nunca pensé que vería en mi vida me inspiró a emprender mi propio viaje hacia una nueva vida. Hace poco dejé todos los trabajos estables que tuve desde hacía más de diez años y me mudé de la casa de mis padres, donde había vivido durante más de veinte años.
Para mí, mudarse es un acto de valentía, pero el proceso hizo aflorar muchas emociones internas que no había previsto. Una de ellas es el sentimiento de carga. Ahora que lo veo con mucha más claridad, lo abordo de frente.
Las cargas de ser una artista
Me identifico como artista, pero parece que aprovecho cualquier oportunidad para dudar de ello. Cuando la gente me pregunta si soy una artista, susurro con un dudoso "sí", como si fuera una impostora.
El título es de iniciativa propia, y la carrera no es común en mi sociedad. Resulta fácil culpar a la "sociedad" por no dar crédito a lo que hago, cuando en realidad soy la única persona que puede validar mi propio título.
Me han elogiado una y otra vez por mis obras de arte abstracto. Mi trabajo incluso ha recibido una reseña positiva en una revista de crítica de arte . Sin embargo, recuerdo las veces que un desconocido no sabía cómo comentar mi trabajo. Es como si eligiera degradar mi gloria, solo para hacer sufrir un poco mi vida de artista. Con ello, estoy siendo como esos "otros artistas", que sufren para hacer "buen arte".
Al parecer, eso no fue suficiente. Entonces me cuestioné el hecho de que no se vendiera nada. Pero, de hecho, he vendido al menos cinco obras de arte y numerosas piezas de moda que he pintado. Hablando de forma arrogante, puedo decir que lo hice mejor que Van Gogh en toda su vida.
Me gusta mucho la idea de que no estoy ganando como artista porque no estoy vendiendo mis cuadros. Pero sé que muchos artistas de Hong Kong no sobreviven vendiendo cuadros. Trabajan en la administración del arte, en la enseñanza del arte o en otro campo que pone el pan en la mesa.
¡Eso es exactamente lo que he estado haciendo durante todos estos años!
Aunque he elegido un nicho de carrera, sigue pesando la necesidad de encajar. Es una crisis de identidad que he tenido que gestionar. Ahora mismo, estoy reconociendo mis defectos, y el reconocimiento es el primer paso en el proceso de sanación.
Las cargas de ser una hija
En la cultura china, es habitual que los hijos vivan con sus padres antes de casarse, especialmente las hijas. Se considera que la hija cuida de los padres y viceversa. Como muchos de mis amigos, tengo treinta años y he vivido con mis padres la mayor parte de mi vida.
Mi trabajo es estable y paga lo suficiente para cubrir mis necesidades diarias. También puedo pagar a mis padres una "mesada" (una práctica habitual para mostrar tu gratitud hacia ellos).
Mi casa es enorme, con mi propio dormitorio y una habitación extra como estudio de pintura. Mis "cosas" están por toda la casa. En una ciudad pequeña como Hong Kong, vivir en una casa así es más que una bendición. Además, tengo una familia muy cariñosa que se ocupa de todas mis necesidades. Pero... la vida es aburrida.
Hice todo lo posible para "pagar" a mis padres estando con ellos, haciendo las tareas domésticas y dándoles dinero. Sin embargo, sigo sintiéndome presionada para hacer más. La carga no disminuye cuando los parientes y amigos me elogian por ser una buena hija..
Incluso cuando mi madre me dice sinceramente lo afortunada que es por tenerme como hija, sigo sintiendo la necesidad de hacer más porque veo que mis padres no son felices, y yo pensaba que mi trabajo era hacerlos felices.
Cuando les propongo ir de picnic, invitarles a comer o ver la televisión con ellos, y siguen siendo infelices, tengo que darme cuenta de que su felicidad está fuera de mi control. Si hago algo y espero que sean felices a cambio, les estoy pidiendo que me hagan sentir mejor.
No fue sino hasta que me mudé que me di cuenta de que yo también tengo que sentirme bien conmigo misma. Todo el mundo tiene que lidiar con sus propias emociones.
Las cargas de ser
Me mudé a un hogar en una isla terapéutica. Entre el trabajo y la búsqueda de nuevos empleos, he pasado muchas horas simplemente relajándome. Puede que sea un estilo de vida admirado por muchos, pero cuando se dispone de tanto tiempo libre, dudo que esté haciendo lo suficiente para sobrevivir.
Hay muchos momentos en los que compruebo mi cuenta bancaria y veo cuánto dinero tengo, y luego calculo cuánto tiempo puedo vivir con los ahorros, como si no fuera a encontrar nuevos trabajos.
Me preocupan cosas que nunca me han ocurrido, como un accidente de coche, la COVID, o tener que gastar un dinero que no tengo por una razón que ni siquiera se me ocurre. Esto disminuye la diversión del tiempo que estoy pasando. Hace que el momento se sienta un poco más culpable.
Sí, a la gente le ocurren cosas horribles, pero ahora estoy sentada en la orilla de la bahía, viendo la puesta de sol, tecleando mientras las tranquilas olas rompen suavemente en las rocas. ¿Estoy en peligro? No. Para disminuir mis preocupaciones por el ser, estoy aprendiendo a permanecer en el presente. He estado meditando y leyendo para ayudar a mi mente lógica a trabajar menos, y a mi corazón a conducir más.
Avanzar
Cuando el mundo se sintió atascado, finalmente di un paso adelante. Una vez estuvimos tan seguros de todos los planes que hicimos; sin embargo, el universo tenía otros planes para nosotros. Mi nueva aventura simplemente ha sido una agradable sorpresa. No sé qué me depara el futuro, pero elijo el presente: feliz, contenta y tranquila.
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